Aquella vez el no pudo ser se convirtió al fin en un FUE. Poco a poco, y con cada anécdota, el tímido verdor que sombreaba los tallos de María fue tornándose cada vez más intenso, y a Margarita las progresivas dosis de felicidad la penetraron desde el segundo de sus cinco pétalos en una tonalidad anaranjada, pasando por el amarillo, que sustituyó el cegador blanco de su polen, aquella luz infinita que hasta entonces había manado exageradamente a borbotones con sus ansias de felicidad. Del amarillo pasó al verde en su tallo, y de ahí subió de nuevo a los todavía ennegrecidos pétalos que configuraban su existencia, transformándolos finalmente en azul, añil y violeta, y resucitando aquel Arco Iris que en otros tiempos había sido. De este modo fue como la esencia de esperanza y de alegría que respectivamente albergaban en su interior la hoja de maría y la margarita brillaron de nuevo y para toda la eternidad.
Pues bien, este cuento toca ya a su fin, pero aún me queda una cosa más por decir: cada vez que mires al cielo y veas en él brillar un Arco Iris, recuerda que un maravilloso momento hace llorar de emoción a estas dos flores, mientras el fuego en su corazón se mezcla con este jugo mágico y produce ese simpar efecto tornasolado en el cielo. Y, como se suele decir, COLORÍN 7 COLORES, POR ESTE CUENTO VIVEN LAS FLORES.
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7 comentarios:
... que bien, al final se encontró su amor
al cuento llego ya tarde, pero me encanta el planteamiento general de tu blog
Kato: sí, al final acaba bien.
Amor en libertad... ¿tarde? por qué? explícame...
me gusta lo poco que he leído seguiré con la lectura
besos sin conocerte
Me alegro de que te guste, despertar...
Me gustó el final, así quería que terminara, me adivinaste.
Saludos
Me alegra que te haya gustado, Sergio.
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